Soy un padre imperfecto y estoy orgulloso de serlo.
Gregorio Luri se atreve a decir alto y claro lo que cada vez parece menos evidente: que no hay familias perfectas, que más grave que equivocarse es no aprender nada de la equivocación; que se puede disponer de mucha información y ser un ignorante; que está muy bien oir un «no» de vez en cuando, y que es imprescindible aprender las palabras mágicas: «por favor», «gracias», «perdón», «confío».